Líneas orientativas para la gestión de los bienes  en los Institutos de vida consagrada y en las Sociedades de vida apostólica
Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más
CARTA CIRCULAR
Muy estimados Hermanos y Hermanas:
El campo de la economía es un instrumento de la acción misionera de la Iglesia. Después del Simposio celebrado en el mes de marzo del corriente año sobre el tema “La gestión de los bienes eclesiásticos de los Institutos de vida consagrada y de las Sociedades de vida apostólica al servicio del humanum y de la misión de la Iglesia”, en el que ha participado un notable número de Superioes/as generales y Ecónomos/as de muchos Institutos, y en espera de regular con una específica Instrucción la materia en cuestión, este Dicasterio se dirige con la presente carta a los Responsables a distintos niveles, para indicar los elementos fundamentales sobre la gestión de los bienes y ofrecer sugerencias de utilidad para la reorganización de las obras.
El Simposio ha reafirmado que los bienes de los Institutos de vida consagrada y de las Sociedades de vida apostólica son «bienes eclesiásticos». En efecto, dichos Institutos y sociedades son «personas jurídicas públicas» [1], constituidas por la autoridad competente para que «dentro de los límites que se les señalan, cumplan en nombre de la Iglesia, a tenor de las prescripciones del derecho, la misión que les confía mirando al bien público» [2]. Por tal motivo, la necesidad de los bienes económicos no debe exceder nunca «el concepto de los “fines” a los que deben servir y de los que ha de sentir el freno del límite, la generosidad del empleo, la espiritualidad del significado» [3].
Junto con la comprensión del significado y de la finalidad de los bienes eclesiásticos, el Simposio ha ofrecido, mediante ponencias, reflexiones y encuentros, válidos ejemplos de gestión y de administración de los bienes eclesiásticos, indicando en su gestión profesional y transparente un medio eficaz para la misión de los Institutos.
Por consiguiente, en la dinámica formativa no hay que descuidar la atención a la dimensión evangélica de la economía, particularmente en la preparación de cuantos tendrán responsabilidades de gobierno y administrarán las estructuras económicas en orden a principios de gratuidad, fraternidad y justicia, fundamentando una economía evangélica basada en el compartir y en la comunión [4].
El carisma fundacional se inscribe de pleno derecho en «la lógica del don» que «no excluye la justicia ni se yuxtapone a ella como un añadido externo en un segundo momento»: al ser don, como consagrados, damos nuestro verdadero aporte al desarrollo económico, social y político que «necesita, si quiere ser auténticamente humano, dar espacio al principio de gratuidad como expresiones de fraternidad» [5]. «Por su naturaleza, el don supera el mérito, su norma es sobreabundar» [6].
Las presentes líneas orientativas y los principios para la gestión de los bienes se indican como ayuda para que los Institutos respondan con audacia renovada y profecía evangélica a los desafíos de nuestro tiempo y puedan continuar siendo signo profético del amor de Dios.
Esta Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica invita a dar a conocer a los miembros del Instituto, y en particular a los Superiores y a los Ecónomos estas líneas orientativas y a enviar, antes del 31 de enero de 2015, con una carta dirigida a Su Excelencia Mons. José Rodríguez Carballo, O.F.M., Arzobispo Secretario, el parecer y las sugerencias con vistas a mejorar y aprovechar cada vez más y mejor los recursos que la Providencia ha puesto a disposición de la Iglesia para que desarrolle con mayor eficacia su misión de servir a Cristo y a los pobres, según diversos carismas.
1. La gestión de los bienes
En este primer apartado se examinan algunos elementos y procedimientos que favorecen una correcta y sana gestión de los bienes en los Institutos de vida consagrada y en las Sociedades de vida apostólica.
1.1. Carisma, misión, obras y proyectos
La «fidelidad al carisma fundacional y al consiguiente patrimonio espiritual de casa Instituto» [7], juntamente con las exigencias evangélicas, es el primer criterio de evaluación de las decisiones y de las intervenciones que se realizan, a cualquier nivel, porque «la naturaleza del carisma encauza las energías, sostiene la fidelidad y orienta el trabajo apostólico de todos hacia la única misión» [8].
Resulta, entonces, necesario emprender una relectura de la misión en función del carisma, verificando si la identidad carismática de las instancias fundacionales emerge en las características de las respuestas operativas. Las obras cambian según las necesidades del tiempo y asumen unas declinaciones distintas según el contexto social y cultural. En efecto, puede ocurrir que se sigan gestionando obras que han dejado de estar en líneas con la actual expresión de la misión, e inmuebles que ya no responden a las obras que son expresión del carisma.
Es necesario, pues, que cada Instituto de vida consagrada y Sociedad de vida apostólica:
defina qué obras y actividades llevar adelante, cuáles eliminar o modificar y en qué nuevas fronteras iniciar recorridos de desarrollo y de testimonio de la misión en respuesta a las necesidades de hoy y en total fidelidad a su carisma;
ponga en marcha procedimientos que permitan una buena planificación de los recursos, previendo el uso de presupuestos y balances, la realización y la verificación de las desviaciones, el control de la gestión, la lectura atenta de los balances, la evaluación y la remodelación de los pasos a seguir; estos procedimientos son indispensables para la apertura de nuevas obras y para tomar opciones conscientes en caso de cesión o alienación de inmuebles;
elabore unos planes plurianuales y proyecciones en orden a prevenir, en la medida de los posible, los problemas, o afrontarlos mientras se pueden aún resolver;
utilice el presupuesto no solo para las obras, sino también para las comunidades, como instrumento de formación en la dimensión ecomómica, para crecer en la toma de conciencia común de esta dimensión y para evaluar el grado real de pobreza personal y comunitaria;
introduzca unos oportunos sistemas de monitoreo para las obras en pérdida y ponga en marcha planes para superar el déficit, abandonando la mentalidad asistencialista (cubrir las pérdidas de una obra sin resolver los problemas de gestión significa disipar recursos que podrían utilizarse para estas obras);
1.2. Transparencia y vigilancia, garantía de una correcta actuación
El testimonio evangélico exige que la gestión de las obras se realice con total transparencia, en el respeto de las leyes canónicas y civiles, al servicio de las muchas formas de pobreza.
La transparencia es fundamental para la eficiencia y la eficacia de la misión.
La vigilancia y los controles no hay que entenderlos como una limitación de la autonomía del ente o como falta de confianza; son más bien un servicio a la comunión y a la transparencia, y sirven también para tutelar a quienes desempeñan tareas de administración delicadas.
La praxis de vigilancia -según resulta determinar por el Derecho universal y propio- no responde solo al deber de control que incumbe a los Superiores, sino que constituye un elemento imprescindible por la naturaleza de los bienes eclesiásticos y por su carácter público, es decir, de medios al servicio de las finalidades propias de la Iglesia [9].
Con tal fin, los Superiores Mayores, junto con sus Consejos:
elaboren sistemas de controles internos según las dimensiones de las obras, con una oportuna separación de las tareas y un claro sistema de autorizaciones;
asegúrense de que, a través de los bienes, la misión se realice respetando los principios evangélicos y al mismo tiempo con objetivos de economicidad;
tengan una visión clara de cómo se gestionan todas las obras en casa Provincia, tanto las obras de propiedad del Instituto como las obras que el Instituto promueve o que proceden de él (por ejemplo: asociaciones);
aprueben los planes de inversión y los presupuestos a comienzo de año;
Los Ecónomos/as:
den cuenta periódicamente a los Superiores Mayores y a sus Consejeros de la marcha administrativa, de gestión y financiera del Instituto o de la Provincia o de la obra en singular;
1.3. La rendición de cuentas y los balances
El Papa Francisco, en su mensaje a los participantes en el Simposio, ha invitado a conjugar «la prioritaria dimensión carismático-espiritual con la dimensión económica y con la eficacia, que tiene su propio humus en la tradición administrativa de los Institutos que no tolera desperdicios y está atenta al buen uso de los recursos» [10].
En este sentido, son fundamentales los instrumentos relativos a la rendición de cuentas de los balances. Es oportuno en particular habituarse a distinguir los balances de las obras de los de las comunidades. La definición de las reglas contables y de los esquemas de balance comunes a toda realidad del Instituto (circunscripciones intermedias, comunidades, obras, servicios) representa un paso obligado para uniformar, a nivel nacional e internacional, el proceso de formación de los propios balances.
redacten balances según esquemas internacionales uniformes, introduciendo reglas contables, modelos de rendición de cuentas y criterios de evaluación de las voces de balance comunes a nivel nacional e internacional;
introduzcan para las obras la certificación de los balances y las auditorías, ya que representan la garantía de una actuación económico-administrativa correcta de parte de los Institutos;
pidan el apoyo de expertos cualificados, disponibles al servicio de la Iglesia, y de docente del sector en Universidades católicas y otros Ateneos. La transparencia y la fiabilidad de la rendición de cuentas del patrimonio y de la gestión pueden alcanzarse mejor con el auxilio de expertos para garantizar la adopción de procedimientos idóneos, teniendo en cuneta la dimensión del Instituto y de sus obras.
 1.4. Gestión de los bienes y patrimonio estable
El conjunto de bienes muebles e inmuebles, de derechos y de activos y pasivos de la persona jurídica, considerado unitariamente, constituye su patrimonio. Este patrimonio no puede arriesgarse, ya que permite que la entidad viva.
Por consiguiente, este Dicasterio pide que:
cada Instituto de vida consagrada y Sociedad de vida apostólica, tras una atenta evaluación del conjunto y de las obras respectivas, disponga el modo más pertinente y teniendo en cuenta también las implicaciones de la legislación civil la lista de bienes que constituyen el patrimonio estable;
 2. La colaboración con la Iglesia local, con los demás Institutos y con los asesores
 2.1. Relación con el Ordinario del lugar y con la Iglesia local
La misión de la vida consagrada es universal y la de muchos Institutos abarca el mundo entero; sin embargo, está encarnada en realidades locales que son específicas: Los Institutos, en sus diversas articulaciones, están en constante relación con la Iglesia universal y con la Iglesia local.
2.2. Relaciones con colaboradores y asesores
Teniendo en cuenta la complejidad de las cuestiones económicas y financieras en la gestión de los bienes y de las obras, hoy en día, es casi imposible prescindir de la colaboración con técnicos, laicos o miembros de otros Institutos.
Al  respecto:
2.3. Relación y colaboración con otros Institutos
La colaboración entre Institutos -que ha sido ya el objetivo de una específica Instrucción de esta Congregación sobre la formación [14]- es fuente de experiencias de gran relevancia en la interacción pastoral y caritativa de las Iglesias particulares; se trata ahora de afianzarla aún más, siguiendo una explícita estrategia eclesial. La puesta en común de recursos, proyectos, actividades no hay que entenderla, ante todo, como medida para salvaguardar la continuidad de las obras, sino para promover su significado carismático, es decir, eclesial.
 3. La formación
La formación para la dimensión económica, en línea con el propio carisma, es de fundamental importancia para que las opciones misioneras sean innovadores y proféticas. En casi todos los institutos, los aspectos económicos están asignados a una persona, la figura del Ecónomo/a, a quien se atribuye una tarea técnica: esto ha generado desinterés hacia la economía dentro de la comunidad, favoreciendo una pérdida de contacto con el costo de la vida y las fatigas de la gestión y provocando, en la realidad que nos rodea, una dicotomía entre la economía y la misión.
Por tanto:
la formación de los Ecónomos debe sensibilizar a los hermanos y hermanas en los principios evangélicos que mueven la acción económica y les proporcionan competencias técnicas para poder realizar el servicio de economato en la línea de la gestión.
todos los miembros del instituto deben ser conscientes de la importancia de habituarse a trabajar con presupuestos y estimaciones, en el conocimiento que esto refleja los valores y el espíritu del Instituto, y asumirlo como una via práctica de formación a la dimensión económica de la misión y de las obras;
los laicos que colaboran con el Instituto (sean consultores, sean trabajadores) deben ser conscientes de que trabajan en un Instiuto dotado de un carisma propio y que, en el espíritu de pobreza, el uso de los bienes tiene como finalidad el desarrollo de la misión.
Estas líneas orientativas, queridos hermanos y hermanas, tienen un único propósito de facilitar vuestro papel de responsables de las diferentes familias religiosas.
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[1] Código de Derecho Canónico, can. 1257 § 1.
[7] JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Vita Consecrata (25 de marzo de 1996), 39.
[16] Cf. ibídem, 272.
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Presidente de la CLAR envía mensaje a los religiosos con ocasión del Año de la Vida ConsagradaE
 Muy queridas hermanas y hermanos:
Muy queridas hermanas y hermanos:
“¡Despierten al mundo!”
Hemos acogido la noticia del Año dedicado a la Vida Consagrada con inmensa alegría y gratitud con nuestro querido Papa Francisco. Nos ha sorprendido positivamente este detalle de extraordinaria cercanía y valoración.
 Para celebrar la apertura de este año, sin duda, han surgido muchas iniciativas que nos congregan, con corazón agradecido, para acoger en comunión este tiempo de gracia. ¿Qué es lo que el Papa nos invita a celebrar en este año? En primer lugar, nos invita a renovar nuestra fidelidad al Evangelio, a reavivar el don de la profecía y a fortalecernos en la esperanza, para vivir en el hoy de la humanidad.
Como Vida Religiosa latinoamericana y caribeña, nos hemos sentido iluminadas/os con fuerza y profundidad, en el Horizonte Inspirador de la CLAR, por el icono de Betania: Casa de encuentro, Comunidad de amor y Corazón de humanidad.  Este icono bíblico es coronado ahora con la celebración de este año, que en el fondo es una invitación a “quitar la piedra… salir fuera… desatar las vendas para poder andar”. El Papa Francisco, una y otra vez, nos habla de una Vida Religiosa que sale al encuentro de la vida, de la historia, de la humanidad. Y el Evangelio, la profecía y la esperanza son tres realidades que descentran y nos lanzan a dejar nuestras autorreferencias y a vivir “en salida”.
Que esta celebración tenga frutos de conversión y de alegría en quienes vivimos esta hermosa vocación. Que la Palabra de Dios, en todas sus formas, esté en el centro de nuestro corazón y de nuestra misión; que alimente nuestra oración personal y comunitaria; que dirija nuestros encuentros sororales y fraternos; que sea el punto de partida y el contenido de nuestra misión evangelizadora, así como el criterio que nos lance a vivir desde los pobres y para los pobres. Que la celebración de este año de gracia desempolve nuestra identidad profética y la dinamice con la audacia y la creatividad, con la inquietud del amor, con la pasión hecha compasión, descentramiento, ternura, consuelo. Y que reavive nuestra esperanza, esa que adelanta el futuro y que llena de sentido cada uno de nuestros esfuerzos por ser coherentes, transparentes, por ser dóciles al Espíritu que nos urge a una Vida Religiosa significativa, que “toca la carne de Cristo”, que camina en el hoy, compartiendo los gozos y los dolores de la humanidad de la que ella es también parte.
 En la carta “Alegraos”, se nos recuerda lo que dice el Papa Francisco: que la profecía de la Vida Religiosa consiste en despertar al mundo. Es así como se concretiza nuestro seguimiento radical de Jesús. Sólo despertaremos al mundo en la medida en que demos testimonio de comunión, de inter-congregacionalidad, de compartir nuestro carisma y misión codo a codo con los laicos. La gente despertará cuando vea un nuevo rostro de Vida Religiosa, con gestos nuevos, cuando vea que las Nuevas Generaciones y las antiguas se complementan y sostienen mutuamente, cuando nos vean felices en la sencillez, en el servicio, en la calidad humana de nuestras relaciones. Despertaremos al mundo cuando vayamos a su encuentro, y lo toquemos con la ternura y la alegría de una madre, un padre, una hermana o un hermano; lo despertaremos cuando vean una Vida Religiosa con “Luz en la mirada, Palabra en los labios y Fuego en el corazón”.
 El inicio de este Año dedicado a la Vida Consagrada coincide con el primer domingo de Adviento, el tiempo por excelencia de la esperanza, la cual debe caracterizarnos siempre. Nuestra Buena Madre María nos acompaña. Ella, la Virgen de la esperanza, causa de nuestra alegría, nos enseñe, con su Magníficat, a “mirar el pasado con gratitud, el futuro con esperanza y el presente con pasión”. De su mano entremos por la puerta de este Adviento, tiempo que expresa muy bien los anhelos que tenemos de una Vida Religiosa más humana, más auténtica, más sencilla y más evangélica; una Vida Religiosa que exprese la calidez de la ternura y de la alegría y aprenda con humildad, a escrutar la presencia de Dios y los signos de los tiempos, para caminar, con prontitud y docilidad, por los caminos del Espíritu.
 ¡Con alegría agradecida demos inicio a este Año! Aprovechemos esta oportunidad para dar a conocer la belleza de la Vida Consagrada y para alimentar así la comunión con nuestros Pastores, con nuestro mundo, con todo el Pueblo de Dios. Hermanas y hermanos, emprendamos el camino, ¡despertemos a la humanidad!
 Mercedes Leticia Casas Sánchez, fsps
Presidenta de la CLAR
 Fuente: Confederación Caribeña y Latinoamericana de Religiosas/os
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La CLAR organiza Congreso de Vida Consagrada
El Congreso también será una ocasión para que la Vida Religiosa de América Latina y el Caribe reflexione en tono a la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual, del papa Francisco, en el contexto de la XIX Asamblea General de la CLAR, que definirá los derroteros que marcarán el próximo trienio, así como las religiosas y los religiosos que harán parte de la nueva Presidencia.
De acuerdo con el Secretariado General de la CLAR, el Congreso buscará “promover y acompañar comunidades nuevas de Vida Consagrada –centradas en la Palabra y el Espíritu, cimentadas en el encuentro personal y comunitario con Jesucristo vivo, y abiertas a los escenarios prioritarios y a los sujetos emergentes del mundo y de la Iglesia–, por medio de la reflexión, la interpretación, el diálogo, la escucha y la comunión”. De este modo, el Congreso apunta al “re-encanto de la fe y la vocación, el compromiso con la Nueva Evangelización, la realización de una Iglesia en salida y de los pobres, y la llegada del Reino”.
Los ejes temáticos que serán abordados a partir del Horizonte Inspirador de la CLAR incluyen las Nuevas Generaciones; los pobres; las minorías (indígenas, afrodescendientes, mujeres); la justicia, la paz y la integridad de la creación; el cambio sistémico; los carismas y los laicos; la humanización; la inter-congregacionalidad; la salida misionera; y la profecía del diálogo eclesial.
De este modo, con una metodología participativa y de escucha, experiencial y reflexiva, novedosa, renovadora y productiva, será un Congreso particularmente sensible y abierto a las Nuevas Generaciones y a las bases de la Vida Religiosa, atento también a las tecnologías y a los lenguajes nuevos.
Para ello, se ha previsto la realización de pre-congresos nacionales y/o regionales en los cuales se espera vislumbrar los procesos que configuran los signos de vida, las ataduras, las interpelaciones y los sueños de la Vida Consagrada del continente. Así, el Congreso enfatizará las propuestas que se derivan de los clamores, las certezas y los compromisos de las religiosas y los religiosos, y que, posteriormente, se traducirán en las respuestas que la XIX Asamblea General de la CLAR formulará, mediante el diseño y la aprobación del Horizonte Inspirador que animará las sendas que la Vida Consagrada asumirá para el período 2015-2018.
El Congreso ha previsto acoger la participación de hasta 1.100 participantes entre religiosas, religiosos, laicas y laicos, vinculadas/os a las Conferencias Nacionales, sensibles por los cambios, con capacidad de liderazgo y de trabajo en equipo, con aptitudes participativas, abiertos a la inter-congregacionalidad, la inter-culturalidad la inter-institucionalidad, y que valoren a los sujetos emergentes, así como los escenarios y clamores prioritarios de América Latina y el Caribe.
La coordinación del Congreso está a cargo de la Presidencia de la CLAR y del Equipo de Teólogas/os Asesoras/es de la Presidencia –ETAP–, del Secretariado General de la CLAR y de la Comisión del Congreso.
La inscripción al Congreso de puede hacer a través la página web de la CLAR: www.clar.org
Fuente: Noticelam
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